Las JORNADAS DE FORMACIÓN PARA PERSONAS COORDINADORAS DE VOLUNTARIADO DE PROYECTO HOMBRE, organizadas por la COMISIÓN NACIONAL DE VOLUNTARIADO, de la que formo parte, y desarrolladas en
la Asociación de Proyecto Hombre, Madrid; han supuesto un salto cualitativo en cuanto a formación de personal contratado.
Este año, cuando nos planteamos la formación de personas responsables de voluntariado, y cuando les preguntamos a ellos y ellas sus necesidades formativas, todos y todas coincidimos en un tema. EL GÉNERO.
Buscamos textos, bibliografía y literatura sobre género y voluntariado. Manuales de uso, buenas prácticas, experiencias.
Y no encontramos más que meras referencias a la labor de las mujeres en el voluntariado, como las grandes cuidadoras en épocas de guerra y postguerra.
Y nos preocupó. Porque si bien es cierto que el tercer sector se caracteriza por la mayor presencia de profesionales mujeres; ¿por qué tan poca literatura sobre ellas?¿por qué hemos investigado tan poco sobre el fenómeno de las adicciones en las mujeres? Intuimos que las han invisibilizado, que nos hemos centrado en un solo patrón de consumidor. Y también porque es más fácil ser consumidor, y acudir a un recurso; que ser consumidora. El hecho de ser mujer, pesa casi más que cualquier otra variable en el acceso a las oportunidades, más que la raza o más que la clase social.
La historia nos dice que son ellas las que cuidan mayoritariamente, pero también mayoritariamente son ellos los que reciben esos cuidados. Y no por elección, sino porque la construcción del género tal y como lo conocemos, nos asigna roles a unos y a otras.
Cuando se trata de los cuidados de los otros y las otras, ya sean hijos e hijas, o personas dependientes, nos damos cuenta que siendo tan importante el hecho de que las mujeres sostengan el sistema de cuidados actual, haciéndose cargo de responsabilidades en el hogar y fuera de él, es un sector que sigue sin resolverse.
Las mujeres siguen teniendo dos jornadas laborales, y a pesar del sostenimiento y ahorro económico que supone que las sigan asumiendo, siguen estando relegadas al plano doméstico y privado.
Y lo vemos en el sistema de pensiones, en las jubilaciones, en la “extraña” regularización de las trabajadoras del hogar, …
Cuando tienes dos jornadas laborales, no tienes tiempo, espacio e ilusión por dedicarte a desarrollarte profesionalmente, por escribir, por viajar, por estudiar o practicar un deporte o hobbie.
Cuando tienes tantas responsabilidades y preocupaciones en la cabeza, no es tan fácil desarrollar otras bondades como persona.
No estamos en las mismas condiciones de acceso, por lo tanto, no salimos del mismo punto de partida. No tenemos igualdad de condiciones.
Y esto atraviesa también el fenómeno de las drogodependencias.
Los estudios sobre perfiles y patrones de consumo han sido sobre hombres, y cómo se comportaban y cómo hacer para darles una respuesta efectiva.
De ahí, la masculinización de los tratamientos y centros.
Nuestra respuesta y atención, responde a un patrón concreto.
¿Cómo es posible que ocurra esto?, siendo nosotras más expertas, llevando siglos encargándonos del cuidado del otr@. Hemos aprendido a cuidar, no a cuidarnos o a ser cuidadas.
Es decir, sabemos cuidar sólo desde una perspectiva.
Lo que no esperábamos es el viaje hacia la reflexión, la toma de conciencia y el trabajo personal que supone entender la construcción social, política y económica del GÉNERO, que nos atraviesa, y de la que como profesionales, no estamos exentos y exentas. Formamos parte de esa construcción, y legitimizamos su continuidad.
Pensábamos que se trataba de utilizar un lenguaje inclusivo, de tener en cuenta el género a la hora de diseñar actividades de ocio y tiempo libre en los centros, de flexibilizar los horarios.
Y nos dimos cuenta que estábamos bastante lejos de lo que implica trabajar con perspectiva de género!
El jueves trabajamos con Rosa Pérez Valles, Psicóloga Clínica de Proyecto Hombre Asturias, que lleva varios años trabajando la perspectiva de género, tanto a nivel personal como profesional.
Con ella, hicimos una anamnésis desde nuestra infancia, para entender que somos resultantes de una construcción social, y cómo lograr tomar conciencia de los privilegios, desigualdades y opresiones de pertenecer a lo masculino o a lo femenino, para poder cambiarlo.
Analizamos la reproducción de roles estereotipados que trasladamos en nuestros centros, contextualizando como punto de partida nuestra propia filosofía.
Se trata de ponernos unas gafas moradas, las de género, que nos harán ver y mirar nuestro entorno con perspectiva más igualitaria y respetuosa.
Me gustó ver a mis compañeros de formación cuestionándose sus privilegios frente a nosotras, al mismo tiempo que tampoco nosotras éramos conscientes de la reproducción de roles estereotipados en nuestro día a día.
Debemos seguir incorporando esta mirada morada al modelo biopsicosocial en el abordaje de las adicciones, para promover espacios más igualitarios que contribuyan a mejorar la calidad de la intervención.
Este trabajo significará iniciar una revisión teórica y documental de nuestra filosofía, método y marco teórico; así como de los procesos de trabajo, registros y actividades.
Además, de un estudio del perfil que nos lleve a comprender desde las gafas moradas, las diferencias en los patrones de consumo, para entenderlas e integrarlas en la intervención.
Las mujeres y los hombres tenemos factores de riesgo y factores de protección frente a conductas adictivas diferentes, y ello explica las diferencias en cuanto a las sustancias que consumen unos y otras, el contexto dónde lo hacen, las redes de apoyo diferenciadas, qué les ha llevado a esa situación, las diferencias en cuanto a sus necesidades, etc. Cómo las mujeres hemos aprendido a construir más desde lo emocional, o los hombres desde el pensamiento. Y cómo intercambiar estos roles nos generan conflicto. Cómo nos educan a unos y a otras, lo que se espera de nosotros y nosotras. Los cuentos, las canciones, las forma sutil de distribuirnos en el mundo hacia lo que corresponde a lo masculino y lo que corresponde a lo femenino.
Desde el voluntariado, vemos cómo seguimos distribuyendo tareas y funciones en función de la construcción de género tradicional; y cómo reproducimos estos patrones tan estereotipados sin darnos cuenta.
Porque pensábamos que trabajábamos con las gafas moradas, pero estábamos equivocados y equivocadas.
La conclusión más poderosa que sacamos de la jornada de trabajo del jueves, fue que el primer paso para cambiar las cosas, es tomar conciencia desde uno y una misma. De cómo nuestra construcción de género afecta al trabajo que realizamos. Y pensar de qué color son las gafas con las que miro y participo en el mundo. Y en este caso, no eran moradas.
Como dijo Rosa de Luxemburg, (política, pensadora y téorica 1871-1919), “quien no se mueve, no siente sus cadenas”.
Y en esta formación, todos y todas nos movimos para dar una paso hacia adelante.
El viernes, empezamos la mañana con una conferencia de Yolanda Fernández Vargas, de la Federación de Mujeres Progresistas, dónde terminamos de aterrizar el viaje hacia la perspectiva de género que iniciamos el día anterior.
Y tomamos consciencia nuevamente, de cómo el tercer sector, y más concretamente el ámbito de la prevención y atención de las adicciones, no está libre de la construcción del género.
Y cómo es atravesada por el sexo, la clase social, y la raza las condiciones de desigualdad entre los hombres y las mujeres, cómo nuestros comportamientos responden a los roles asignados, pero sobretodo, que toda esa construcción, se puede de- construir.
Analizamos campañas de prevención y atención públicas, y vimos cómo inconscientemente, las dirigimos hacia un perfil concreto: varón, adulto, consumidor de cocaína.
Cómo sin quererlo, hacemos invisibles a las mujeres, justificando que no acceden a los recursos. No acceden porque no se sienten identificadas con la imagen que estamos proyectando, con el patrón del consumidor hacia el que se dirigen los recursos.
Las mujeres consumen otras sustancias, en otras circunstancias, y no encuentran respuesta en lo público. A parte de que socialmente se castiga no sólo el hecho de ser adicto, sino además ser adicta y mujer, a la que le podemos sumar, ser adicta y mujer, “y encima madre”.
El día anterior, Rosa nos hablaba de casos concretos de mujeres adictas atendidas en los centros, analizando cómo nuestro posicionamiento como profesionales ante el género, influye en la atención y en cómo la juzgamos o castigamos, sin darnos cuenta de que lo hacemos.
No estamos libres de la construcción social del género. Pero estamos en camino de tomar conciencia, y de- construir para avanzar hacia recursos igualitarios, ideando un mundo más justo, respetuoso y solidario.
Terminamos el viernes la jornada, con la ilusión que nos traen desde otros centros, que ya están mirando el mundo con unas gafas moradas.
Desde Proyecto Hombre Asturias, su coordinador de voluntariado, Julio Jonte, nos presentó sus buenas prácticas en género, que nos permitió aterrizar la reflexión anterior, en acciones concretas para construir un abordaje más igualitario de las adicciones.
Los y las compañeras de Asturias, nos advierten que lo primero que hay que hacer para poder mirar con las gafas de género, es un viaje personal y profesional. Sin el plano previo de la reflexión y la discusión, de la autocrítica; no construiremos. Podremos introducir mejoras a nivel superficial, pero no estaremos trabajando en género.
Es decir, podemos mejorar los textos utilizando un lenguaje inclusivo; pero seguramente seguiremos utilizando un lenguaje no inclusivo en el día a día, en la terapia grupal, en la atención directa; si no tomamos parte en cómo ideamos el mundo.
Por ello, el último trabajo que la comisión quiso hacer en las jornadas, fue ese. Análisis y pensamiento estratégico.
La sesión de trabajo fue intensa, construyendo DAFOS por grupos de trabajo, para continuar con el análisis lógico CAME, que nos permitió diseñar acciones estratégicas para trabajar en género desde la IMAGEN, ITINERARIO DE LA PERSONA VOLUNTARIA, ACTIVIDADES Y CENTROS.
Nos pareció adecuado introducir herramientas de análisis, que nos permitan diagnosticar la situación actual, pero a continuación, tomar decisiones, dar el salto al pensamiento estratégico.
El pensamiento estratégico nos permitirá visualizar el escenario ideal, dónde queremos estar, y construir los puentes para llegar a él, diseñando acciones desde dentro hacia fuera, desde cada uno y una de nosotras como persona, como profesional, como responsables de programas de voluntariado.
Cuando finalizamos las jornadas, acabamos exhaustos y exhaustas del viaje que habíamos realizado como grupo.
Preguntas, reflexiones, debates a medias, y muchas emociones e insatisfacciones.
Pero con una idea común: poder ponernos todos y todas las preciadas GAFAS MORADAS.
Y nos centraremos en esa búsqueda. Porque aquí, empieza todo.
Enhorabuena a la COMISIÓN NACIONAL DE VOLUNTARIADO.
Enhorabuena a los y las RESPONSABLES DE PROGRAMAS DE VOLUNTARIADO.
Y gracias a las maravillosas mujeres que nos acompañaron en el viaje: Rosa Pérez Vallés, desde Proyecto Hombre Asturias; y Yolanda Fernández Vargas desde la Federación de Mujeres Progresistas. El viaje lo iniciamos en Madrid, pero es un proceso duro y largo, que nos llevará hasta cada uno y una de nosotras.
PD: cuando tomas consciencia del color de las gafas que llevas, tu mirada al mundo cambia.. Nos sentiremos a veces enfadados y enfadadas, incomprendidos e incomprendidas, pero también más libres. Porque cuando te pones esas gafas una sola vez, ya no hay vuelta atrás!
María padrón. coordinadora del programa de voluntariado. miembro de la comsión nacional de voluntariado de proyecto hombre.